lunes, 25 de febrero de 2008

Carta Dr. Andonaire para I Curso Nacional de Atención Primaria

Por motivos de trabajo que no puedo soslayar, no puedo estar con ustedes, sin embargo mi pensamiento los acompaña, sabiendo que se reúnen con la intención que debe adornar el corazón y la razón de todo aquel que aspira a ser un verdadero profesional de la salud: EL SERVICIO, y este don es realmente veraz pues es el preámbulo de un trabajo en una zona de mucha necesidad de trabajo en todos los campos, especialmente en el campo de la educación y salud, como ocurre en muchas partes de nuestro país y que personalmente he podido palpar, yo considero esto como una bendición de Dios, pienso que no todos reciben este don.
Nuestro país tiene un alto porcentaje de gente pobre materialmente, pero quizá la mayor pobreza se ubica en el campo de lo no tangible, esta pobreza es la peor de todas y desgraciadamente se ubica en todos los estratos sociales y la incidencia aunque no se puede medir, pero se ven sus resultados, quizá duplique o triplique la pobreza material.
Somos pobres, dice la estadística, porque no tenemos acceso a la salud y a la educación, somos pobres porque nuestro consumo calórico, sea porque no tenemos acceso al alimento o porque teniéndolo no sabemos comer lo adecuado, es bajo en cantidad y/o calidad como resultado tenemos elevados índices de desnutrición, somos pobres porque nuestro saneamiento ambiental es pésimo aún en las ciudades, ejemplos tenemos muchos, la actual realidad del distrito de San Miguel es uno de ellos, somos pobres por nuestra pobre expectativa de vida al nacer… y por muchos otros indicadores.
Pero somos más pobres en SOLIDARIDAD, aún cuando usamos esta palabra indebidamente en instituciones profanas u religiosas con afán político, de lucro o de figuración y porque no también en discursos.
Somos mas pobres en ESPÍRITU DE SERVICIO, a veces confundimos el espíritu de servicio con momentos de emoción, afán de tranquilizar una conciencia y porque no también cucufatería. El espíritu de servicio no es un momento, es una forma de vida, que requiere una preparación seria en todos los aspectos sabiendo que vivo para servir, por lo tanto todo aquello que aprenda debe ser orientado al servicio de la sociedad, especialmente la más necesitada. Los grandes maestros griegos decían “non scolae sed vital discimus” (no enseñamos para la escuela enseñamos para la vida), así cada clase, cada tema, cada examen debe ser visto como un instrumento que me capacita para vivir y hacer vivir a los demás mejor, como docente cada vez entiendo mejor que las notas de un alumno no necesariamente valoran eso. Si todos compartiéramos este pensamiento, que no es mío, no estaríamos elaborando leyes, normas, reglamentos.. etc. insulsas sobre tercio superior. La solidaridad y el espíritu del servicio van de la mano y a más reales son más sostenibles en el tiempo, mas aún son imperecederos.
Somos más pobres en INTELIGENCIA ESPIRITUAL (SQ) , tenemos cociente intelectual (IQ) e inteligencia emocional (EQ) adecuados, pero adolecemos del primero, que dicen debe ser muy alto en un profesional de la salud, no se nace con él, debemos adquirirlo a través de actitudes y actividades de servicio voluntario, a través del entendimiento que en este universo todos y todo somos parte de lo mismo, que lo único que puede ser perdurable es lo bueno que dejo en el otro y que podrá proyectarse sin límites, aún cuando yo no vea o disfrute de eso.
Somos más pobres en SABIDURÍA, nos llenamos de conocimientos, datos y erudición, para recibir títulos, grados, diplomas, halagos… etc, pero no para ponerlos al servicio incondicional de la sociedad. Hemos quitado la individualidad al ser humano y pasó a ser una cifra, una estadística; así pues elaboramos protocolos, programas, estudios, investigaciones que abarquen grandes cantidades, resultados e impactos. La ciencia nos ha enseñado aunque no existen razas, solo una: la raza humana (el genoma es el mismo para todos,) que existe en un mismo grupo humano alta intervariabilidad y que cada persona debe ser vista como un ente único e irrepetible (aún cuando se le clona). Los protocolos, las guías, los programas, estudios e investigaciones sólo son buenos cuando están al servicio de la persona que se aplica y no cuando ponemos la persona al servicio de estos. El sabio no es aquel que sabe mucho sino aquel que todo aquello que sabe lo pone al servicio de los demás, sabio no es aquel que aprende mucho por el afán de aprender, sabio es aquel que cada día quiere aprender algo nuevo que mejore su persona y a la vez su ambiente en el que se desenvuelve o al que se siente llamado.
La distancia que vamos a recorrer para llegar a este pueblo no es tan larga, si la comparamos con la distancia en el idioma, en las costumbres, en las aspiraciones de estos compatriotas nuestros, sin embargo la única manera de acortar las distancias es que nosotros pongamos todo lo posible para acercarnos a ellos, debemos adaptarnos a ellos, aceptarlos, buscar todo lo bueno que encierran, aprender de ellos, y en comunión con ellos descubrir lo que les hace daño y proponer las pautas para el cambio, es nuestra obligación moral. No lleguemos como conquistadores españoles, que todavía los hay muchos, que se presentan como ONG, instituciones religiosas o no, que se sienten como los “enviados” o “elegidos” por mano divina para salvar la comunidad. Debemos llegar como personas que quieren compartir lo que tienen con otras personas, personas que vienen a dar de buena voluntad sin imposiciones, pero que a la vez están dispuestas a recibir y enriquecer su espíritu a través de la convivencia honesta y de respeto mutuo.
La implementación gradual de normas de higiene sencillas, la búsqueda y eliminación de los focos infecciosos, la eliminación adecuada de excretas, la búsqueda de combinaciones y preparaciones de alimentos adecuadas que producen en su ambiente, la motivación en la importancia del cuidado de la salud, son metas a trabajar y que bien hechas tendrán un impacto insospechado. El Dr. Werner, dice que “la labor más trascendente del profesional de la salud no es la asistencial, sino la educativa”.
Tenemos doble privilegio, el primero es el de estar compartiendo una vocación de servicio, hemos sido llamado para quizá la más noble de las profesiones (atender al ser humano en aspectos de salud); y el segundo privilegio es el de estar en una universidad que ha producido grandes cambios en nuestro país a través de sus egresados, hagámonos merecedores de este privilegio, hagamos aflorar ese espíritu sanmarquino que transforma, que cambia, que siempre da la pauta; como cumistas al hacer bien lo que hacemos estamos aportando en la historia de nuestra gloriosa universidad.
Todos los que van a participar y estamos participando de esta campaña, tenemos un rol más que importante y solo lo vamos a demostrar si mostramos nuestro solidaridad, nuestro servicio, nuestra sabiduría, nuestra inteligencia espiritual.

Un abrazo a todos, su profesor y amigo.

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